Demasiada azúcar en nuestras bebidas
R.I.
Última revisión viernes 12 de octubre de
2012
Nueva York ha
prohibido las bebidas azucaradas XL
Las bebidas
azucaradas están «bajo sospecha» desde hace tiempo. En algunas ciudades de
EE.UU., como Nueva York, están en el punto de mira como uno de los
desencadenantes de la pandemia de obesidad. Ahora, tres investigaciones que se
publican en The New England Journal of Medicine(NEJM), aportan nuevos datos que engrosan la lista de evidencias
científicas que las señalan como uno de los factores más influyentes en el
incremento de la obesidad entre los niños, adolescentes y adultos. Dos de los
estudios, en los que se analizan los efectos de un programa basado en la
reducción de la ingesta de bebidas azucaradas, proporcionan una sólida base científica para reclamar un
mayor control en el consumo de bebidas azucaradas para tratar de revertir esta
epidemia.
La
obesidad se ha convertido en uno de los mayores retos de la salud mundial para
el siglo XXI. Su aumento entre los niños y adolescentes es particularmente
alarmante, dado que está íntimamente relacionada con complicaciones
cardiovasculares y el desarrollo de diabetes tipo 2. España es, a nuestro
pesar, uno de los países con una tasa más elevada de obesidad infantil: un 19%
de niños obesos frente al 16% de los EE.UU., un porcentaje que triplica al de
hace 30 años. Además, casi un 39% de la población adulta tiene sobrepeso y un
14,5% obesidad.
Se sabe que uno de
los factores más determinantes en esta epidemia han sido los cambios en la
nutrición. Y se considera que el aumento del consumo de bebidas azucaradas es uno de
principales factores: en EE.UU. se han convertido en el primer alimento de
aporte calórico –en algunos casos el 15% de la ingesta de calorías diarias se
hace a través del azúcar que contienen estas bebidas y se calcula que los
adolescentes consumen una media de 375 kcal por cada bebida-. Además, según el
artículo publicado en NEJM, las bebidas
azucaradas son pobres en nutrientes y, a menudo, se asocian con el consumo de
alimentos salados y comidas rápidas. Y, lo más preocupante, dice Sonia Caprio,
de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, es que se sabe que
promueven enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, hipertensión y
enfermedad coronaria.
Culpables
La publicación de
estos tres nuevos trabajos parece señalar inequívocamente a los refrescos como
uno de los culpables de esta epidemia. Uno de ellos, realizado en la Escuela de Salud
Pública de Harvard, proporciona una fuerte evidencia de que existe
una interacción significativa entre la ingesta de bebidas azucaradas y una
predisposición genética a la obesidad y al riesgo de obesidad. El informe
afirma que aquellas personas con una mayor predisposición genética pueden ser más susceptibles a los efectos adversos de las bebidas
azucaradas, un claro ejemplo de la interacción entre genes y medio
ambiente.
En los otros dos
trabajos se describen los efectos de un programa diseñado para reducir el
consumo de bebidas azucaradas y sus consecuencias sobre el peso en grupos de
niños con peso normal y adolescentes con sobrepeso y obesidad. El primero,
realizado en la Faculty of Earth and Life Sciences de Amsterdam (Holanda), analizó a 641 niños con peso normal a los que se
controló desde los 4 a los 11 años. Aunque el 26% de los participantes no
completaron el estudio, una limitación importante del trabajo, no obstante, los
resultados sugieren claramente que la sustitución de una bebida que contiene
azúcar (104 Kcal.) por una bebida sin azúcar redujo significativamente el
aumento de peso y la acumulación de grasa en los niños con un peso normal.
Menos obesos
Por su parte, el
ensayo de la New Balance Foundation Obesity Prevention Center (EE.UU.) asignó de forma aleatoria a 224 adolescentes con
sobrepeso y/o obesidad a un programa en el que durante un año se sustituyeron
las bebidas azucaradas por otras sin azúcar. Los datos mostraron que, aquellos
que participaron en el programa, redujeron su índice de masa corporal.
En
conjunto, los tres estudios sugieren que las calorías que aportan las bebidas
azucaradas son importantes. Pero, no hay que olvidar, señalan, que no basta con
una decisión política que limite el consumo de estas bebidas. La estrategia,
dicen, debe ser global, y debe incluir otras líneas de actuación, como el
fomento de la actividad física.
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